sábado, 14 de mayo de 2011

¿ ...Y DESPUÉS DE PECAR QUÉ?

Muchos son los sentimientos que produce fallar, existe una amplia gama de recetas para el auto castigo, lágrimas, juicios, reproches, prohibiciones, y promesas. ¿Y qué decir de la reacción de quienes te rodean en el ámbito espiritual?, todos estos ingredientes al mezclarse dan como resultado la fórmula perfecta para “volver atrás”.
Experimentar el pecado y saborear sus consecuencias me ha dejado importantes reflexiones. Primero, Dios no merecía mi traición, y segundo, el único lugar donde hallar misericordia es en la presencia del Señor.

…Hace muchos años le entregué mi vida a Jesús, diez, para ser exactos, hace tres años mi concilio me envió como misionera de Barranquilla a la ciudad de Bogotá, pudiera decir que el enemigo me tendió una trampa, y aunque ciertamente fue así, el NO siempre fue un opción para mí. Me enamoré emocionalmente de alguien que conocí en esta ciudad, resultado de esa relación no guiada por Dios quedé embarazada, tres meses después ese embarazó terminó, ya no solo debía lidiar con el peso de la culpa, tuve que sumarle el dolor de haber perdido a mi bebé, pues a pesar de las circunstancias lo amaba profundamente, me vi en la obligación de tener "fortaleza extra" para enfrentar la exposición pública, la expulsión de mi iglesia y el rechazo de quienes en algún momento fueron mis ovejas. No está de más aclarar que todo pude evitarlo con un sencillo NO.
...Fueron días de emociones muy intensas,  las palabras de alguien a quien siempre admiré y reconocí como "de Dios" quedaron grabadas en mi alma, "Desecho del evangelio" me llamó, no solo las escuché, sino que las creí, estas palabras determinaron lo que en adelante sería mi vida espiritual, todo un fracaso. 
De muchas maneras Jesús quiso sanar mi corazón, pero mi culpa y mi auto condenación  me impedían  verlo, hasta que un día, algo desolada, pero con un poco de fortaleza en mi haber, decidida abrí la biblia, y me encontré con la historia de una mujer, que de seguro, en la eternidad ha de recordar lo que se siente después de  caer.
"Adultera" así la llamó Juan, el capítulo 8 de este evangelio cuenta la historia de esta aparente infortunada, dice el versículo 3: " Le trajeron y la pusieron en medio". Este acto no demuestra otra cosa sino la fascinación del ser humano por juzgar, el señalamiento se ha convertido en un acto placentero, pareciera que los que nos llamamos discípulos de Cristo tuviéramos que apoyar nuestra "Santidad" en los pecados ajenos, vamos tras un afán enfermizo por hacernos fuertes  parados sobre  la base de las debilidades de otros, no fue acaso esto lo que hizo el fariseo de la historia de Lucas en el capítulo 18 cuando en un remedo de oración dijo: "Gracias Señor porque no soy  como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros...ni como este publicano"...Cuánto hay de la naturaleza humana en estos pasajes...
Pero sigamos con la historia de la "Adultera"   cuenta el versículo 5, que la rodearon con piedras en sus manos, habidos de veredicto de condena, y en una aparente actitud de honra a Jesús le dijeron: “Maestro” : (Está de más anotar que los menos espirituales son los que más intentan parecerlo) “La ley manda que debemos apedrearla, ¿Tú qué dices?...Jesús seguía inclinado hacia el suelo, se enderezó y les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Y convencido de haber sido lo suficientemente contundente, volvió a inclinarse hacia el suelo para seguir escribiendo en tierra.
He intentado hallar mayor sabiduría, ha resultado inútil, cada una de las palabras de Jesús fueron insuperables por lo brillantes, Él tiene esa habilidad divina de poner cada cosa en su lugar, de decir las palabras correctas en los momentos adecuados, tuvo la genial idea de poner un espejo frente a aquellos hombres, pero no un espejo cualquiera, era un espejo para el alma, bastaba solo un vistazo para ver la negrura que se esconde detrás de  nuestra piel…Abatidos frente a la evidencia que hallaron en el reflejo de aquel espejo, no pudieron hacer otra cosa que soltar la piedra y marcharse avergonzados… La vida de aquella mujer tuvo un cambio dramático, Jesús no conforme con su papel de abogado defensor, además sintió la necesidad de restaurarla, de devolverle su dignidad y su honra, con una mirada que estoy segura aquella dama no olvidó jamás, le dijo con esa dulzura que solo Él puede emanar: ¡Mujer ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? A lo que ella respondió: Ninguno, Señor. Ni yo te condeno, vete y no peques más. A Jesús no le bastaba perdonarla, Él necesitaba que ella se convenciera de su perdón. De qué  sirve el perdón si no se disfruta, sé de lo que hablo, a pesar de que el Señor me hizo saber que había enterrado mis pecados en el fondo del mar, yo una y otra vez fui de pesca a ese lugar, era una constante pensar que cada adversidad en mi vida correspondía al castigo de Dios, dejé de orar, dejé de buscarle porque estuve convencida de que a Él no le interesaba verme,  que lo interesaba escucharme, que nada de lo que le dijera, podría volver a abrir la puerta de su amor que creí definitivamente cerrada. Cuánto tiempo valioso en su presencia perdí, cuánta gloria desperdicié, cuánta misericordia desaproveché, por qué le creí al hombre y no a Él, por qué no recordé que a Él le interesa más ser mi Padre que mi juez… Hoy, un año y medio después puedo asegurar, el amor del Padre está por encima de los errores de la vida, no quiere decir esto que sea honorable caer, quiere decir que nada de lo que haga es suficientemente valioso para no volver a Él, una vez sabes a quien llamas Padre y experimentas el poder de su perdón, entenderás que  un amor tan grande solo puede ser correspondido en obediencia. Hoy, después de caer he entendido que Dios no merecía mi traición y hoy más que ayer, obedecerle, es mi meta diaria al despertar.

Al escribir  vienen a mi mente tantas cosas, escribo para las “Adulteras” y para los “Señaladores” para ambos, cuántos hermanos por vergüenza no volvieron a su presencia, el peso de sus errores y la condena del hombre les alejaron por completo de su amor, hoy Jesús espera a tantos que cayeron, pero que no tuvieron la valentía de regresar, a pesar de todos, aún  de ellos mismos, dice la palabra: “ El que esté firme mire que no caiga” la firmeza espiritual es un asunto de circunstancias, lo que a unos hace fuertes, a otros debilita, a pesar de decidirlo, la santidad es algo que en cualquier momento se nos escapa de las manos, porque no somos perfectos. Gloria a Dios por aquellos que nunca cayeron, aunque particularmente no creo en que ello pueda ser cierto, es solo que hay pecados que hacen más “escándalo” que otros, hay unos más notorios, pero en la intimidad, día a día se lucha con asuntos más discretos que de igual manera agreden a Dios, no creo que camine sobre la tierra  ser humano  que al caer la noche no sienta la necesidad de pedir perdón a Dios, si nos miramos a diario en ese espejo para el alma, sabremos que de nuestro interior, surgirán cosas que nos avergonzarán.
Si puedes reconocer  que eres de los “Señaladores” entonces con certeza puedo decirte que aun no has experimentado la plenitud de la presencia de Dios, no disfraces de celo santo tus juicios, el lugar de Supremo juez solo puede ocuparlo Dios, si no crees que es así, entonces tendrás que superar su creación, es  peligroso para todos, pero lo es más para ti, registra Mateo en sus escritos del capítulo 7  que  Jesús dijo: “ No juzgues para que no seas juzgado, con el juicio con el que juzgas serás juzgado y con la medida con la midas serás medido”.  Si lo analizas, señalar, es cuchillo para tu propia garganta.
…Y si eres como esa mujer, que un día estuviste rodeada de condenación, si tus actos te llevaron a ser desechada por el hombre, hoy quiero decirte, Jesús te espera, Él no murió en la cruz para hoy perderte, Él te entiende, como un día entendió a Pedro, hoy puedo llevarte a una calle sin salida en donde yo estuve, donde rendí todo a Cristo: mi cuerpo, mi alma, mi espíritu y mis errores. Caminando por allí, con lágrimas corriendo por mis mejillas, por primera vez en mi vida, fui toda de Él y nada de mí. Cuando rendí total y completamente todo a Jesús, el Espíritu Santo tomó ese vaso vació, y eso es todo lo que Él pide. ¡Ese día fue el amanecer del día más grande de mi vida! No tuve un ministerio real hasta ese día que camine por esa pequeña calle sin salida, y me rendí por entero a Él.
Nada de lo que hiciste, si te has arrepentido de corazón, podrá hacer morir la misericordia servida para ti. Recuerda, JESUS TE ESPERA… ¡¡¡Lo mejor del cielo para ti!!!